lunes, 22 de febrero de 2010

31-07-2009: Ha nacido una estrella

Lamentablemente, los acontecimientos acaecidos el día de mi nacimiento los tengo envueltos en una nebulosa. Sólo recuerdo luz, mucha luz, frío y ruido. Seguro que fue una gran aventura, pero nos quedaremos con las ganas.
Lo que sí recuerdo es la tienda, la lámpara de calor, a mis hermanos molestando alrededor (no es que fueran mala gente y yo una antisocial, es que siempre he sido un poco distante; voy mucho a mi rollo) y el enorme cristal con vistas a la calle. Fue allí cuando vi por primera vez a Laura haciendo muecas y diciendo cosas que no llegaba a oír. Para ser sinceros, al principio no reparé demasiado en ella. Tanto da un transeúnte que otro. Todos hacen lo mismo. Se paran en el escaparate, te miran, te hacen señas como si fueras un perro tonto, y luego se largan por donde han venido. Por aquella época casi ni los distinguía. Pero ella es diferente. Ella volvió a por mí. Y trajo refuerzos.
Estaba yo tomando mi baño de rayos calientes, tratando de aislarme del ruido y de las distracciones de la tienda, cuando entraron dos personas y la vida cambió por completo.
¿Pero fue tan sencillo? ¡JA! Vuestra vida es dura y competitiva, y si pensáis que la vida perruna es distinta ¡despertad! porque estáis muy equivocados. Laura quiso conocer también a un bulldog francés que tenía tantas ganas como yo de largarse de allí, así que tuve que desplegar todo mi candor para dejar bien claro que que yo era la mejor elección. Hice que me cogieran en brazos, les lancé mi mirada "tierna" (aún infalible) y un claro mensaje taladró sus cerebros humanos: "soy la perrita más adorable del mundo y si no me escogeis mi mirada os perseguirá en sueños hasta el fin de los días". Desde entonces Laura y Fran ya no pudieron deshacerse de mí... ni yo de ellos ("¡Ahí te quedas, petit bulldog! ¡Nos vemos en los parques! Au revoir!").
La verdad es que me alegro mucho de que fueran ellos, y no otros, los que decidieran quedarse conmigo. Ignoro qué estaría haciendo ahora si no me hubieran descubierto en el fondo de esa tienda, pero desde entonces, me he prometido a mí misma que jamás morderé sus zapatos (aunque a veces me cueste cumplirlo... ).

Aquí estoy haciéndome la dormida.
Por el bien de todos vosotros, todavía no os enseñaré mi mirada "tierna".