domingo, 14 de marzo de 2010

Bienvenida a la familia

Superada la primera noche, Laura amaneció con las ojeras más grandes que jamás ha tenido y con los nervios a flor de piel. Pero no era la única, claro. Una servidora tampoco pegó ojo.
La casa comenzó a llenarse de los primeros sonidos del día: pasos de zapatillas arrastradas por el pasillo, la puerta del cuarto de baño, un bostezo, el café subiendo, el (excitante) crujir del plástico de la bolsa de las magdalenas (ah... cuánto he llegado a amar ese sonido). Laura se sentía cada vez más y más nerviosa. ¡¡¿Por qué?!! Yo por entonces no lo comprendía, pero más adelante supe que mi llegada a casa había sido una incursión furtiva y que carecía de la aprobación familiar, así que Laura tendría que enfrentarse ella solita al momento de mi presentación en sociedad. ¿Cómo lo haría? ¿Esperaría un poco más? ¿Lo haría ya? Laura pensó que cuanto antes mejor, así que me tomó en brazos y se presentó conmigo en la cocina.
Cuando Manoli se dio la vuelta me encontró de golpetazo, face to face, "¡sorpresa!".
-No puede ser -dijo Manoli con cara de haber visto a un perro fantasma.- No, no, no -continuó diciendo.- No puede ser. De ninguna manera. No, no, no.
Y así se estuvo un rato, como si se le hubiera rayado el disco. Tanto tiempo que Laura se sentó en el suelo conmigo a la espera de que Manoli pudiera articular alguna otra frase.
En estas apareció un tipo enorme en el umbral de la puerta. Llevaba una bata verde y el pelo todo alborotado. Noté como Laura se ponía un poco más tensa y yo me acojoné con ella, las cosas como son (entonces era pequeña y débil, y ese tío era como un coloso para mí). Pero entonces ocurrió algo maravilloso: el gigante, de ahora en adelante Arturo, me descubrió y se echó a reír.

En situaciones delicadas los humanos a veces se comportan de maneras inesperadas. ¿Quién hubiera dicho que la persona más reacia a tener compañeros perrunos en casa se convertiría en mi mayor aliado? Conquistando a Arturo tenía la entrada directa a la familia. Ahora sólo tenía que ganarme su cariño para que me aceptaran como un miembro más y poder acceder así a su mayor tesoro: sus calcetines. Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

Continuará...

5 comentarios:

  1. esa loli ahi !! jajaja q vida mas dura llevas !!!

    ResponderEliminar
  2. Lola, Lola, ¡¡ay!! decía Ricky Martin. Qué bien te lo montas. Con tu carita de angelito... ¡manipulas al corazón más frío y duro! Si es que tenéis ese gran punto a favor, al que pocos son capaces de resistirse. Con eso tenéis media vida hecha xDDD. Ojalá yo tuviera el valor de Laura y me presentara en casa con alguien pequeñito y travieso como tú y derritiera el témpano de hielo que tiene mi madre por corazón!! Ays... xDD

    ResponderEliminar
  3. Básicamente... hemos traído a todos mis perros de esa manera xDDD Esperando que mi papá se derrita. Los perritos siempre lo vencen :P

    Qué grande Lola!!

    ResponderEliminar
  4. A mí lo que más me impresiona es su muy bien estructurado plan para hacerse a los calcetines de Arturo!!!! quien creería que semejante cosita tan linda guarda un secreto tan aterrador??? jajajajaja, me encanta!!!!

    ResponderEliminar
  5. Cuando divisa un objetivo...es capaz de cualquier cosa! jaja

    ResponderEliminar