sábado, 8 de mayo de 2010

Más raros que un perro verde

Ayer, mientras desayunaba con Tere, escuché a un tipo decir en la tele que al final todos las personas buscaban lo mismo: exclusividad. La afirmación me dejó bastante pensativa. Hasta se me cayó una bolita de pienso de la boca.
Así que, la gente pide que se cumplan derechos universales, iguales para todos, la misma consideración, el mismo trato, intentan sentirse incluidos en grupos, en comunidades que comparten sus intereses... pero resulta que lo que quieren en el fondo es hacerse con algo que los haga diferentes al resto. Y en esa carrera hacia la singularidad hacen cosas absurdas como mandar que alicaten una piscina con adoquines de oro, o que incrusten diamantes en un vibrador, o que se tatúen un ojo, o ponerse las tetas más grandes que la de al lado... Tú también tienes esto, pero el mío es mejor porque es lo mismo pero distinto. ¡Chúpate esa!
O sea, que todos los hombres son, en su esencia, iguales... pero quieren ser diferentes. Y los que se sienten diferentes... quieren sentirse iguales al resto. La verdad, no lo entiendo. No comprendo ese afán de añadirse y rodearse de diferencias artificiales con la única meta de creerse únicos. ¡Pero si ya lo son!
Pienso que la exclusividad la llevamos inscrita en la piel. Mi exclusividad radica en el hecho de que no hay otra como yo y nunca la habrá. Paseo mi exclusividad innata por todas partes desde que nací y maldita la hora en que tenga que ponerme el pelo verde para sentime distinta.
Están locos estos humanos...

2 comentarios:

  1. Yo he aprendido a sentirme exclusiva sin tener que ponerme ni quitarme nada. Soy como soy, única e innigualable. Me apuesto lo que quieras a que no encuentras a otra igual que yo. Eso sí, a veces me da por pensar que podría superarme a mí misma, y por qué no, al de al lado. Pero bueno, luego sigo siendo yo con mi exclusividad entera y a la vez igual que el resto del mundo.

    Tú, privilegiada, lo tienes claro a tan temprana edad. Disfruta, Lola, disfruta. Y tendrás la mejor vida.

    PD: Supongo que la bolita de pienso la volverías a recoger, ¿no? xD

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  2. Por supuesto que la recuperé. ¡La comida es sagrada! Además, nada que caiga al suelo se libra de mis fauces...

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